Una nueva mirada en la mediación pedagógica al encuentro con el sentido del aprendizaje en los procesos educativos

Universidad Nacional: Una nueva mirada en la mediación pedagógica al 256 diariamente, en las aulas, ya sea que el docente sepa distinguir esas necesidades y reacciones o no, los estudiantes, en la interacción diaria entran en este juego emocional, y, al desconocer el “idioma”, saltan los malentendidos y las interpretaciones plagadas de juicios, así como, los resentimientos y los conflictos. En las formaciones universitarias se enseñaba que la expresión de los sentimientos era inapropiada. “No importa lo que usted esté viviendo y cómo se sienta, debe dejarlo afuera de la puerta del aula”. Esto, no solo es imposible, sino que refuerza la idea de que la vida emocional del docente es un obstáculo en el aula, más que un apoyo. Seguir pensando de esa manera provoca desconexión inmediata con nosotros mismos y, por ende, con nuestros estudiantes. Si el docente niega su estado emocional, entonces: ¿Cómo será capaz de conectarse con los sentimientos de sus estudiantes? ¿Cómo será un modelo respecto al manejo de sus emociones y de sus reacciones emocionales? Estar en contacto con las emociones, permite estar en el aula afectivamente, y, ser accesible emocionalmente, por lo tanto, gestionar de manera consciente las emociones y las reacciones, se convierte en un modelo que los estudiantes aprenderán. 5.3. Trabajar con las emociones Una vez que se es capaz de nombrar lo que se siente, se debe dar esa misma oportunidad a los estudiantes. Con base en los descubrimientos de las Neurociencias, se puede decir que los estudiantes aprenden mejor cuando experimentan conexión, cuando se sienten emocionados y motivados, esto se debe a que, “la emoción y la curiosidad son dos mecanismos indisolublemente unidos. De hecho, la curiosidad es uno de los ingredientes básicos de la emoción. Es el mecanismo principal que la enciende” (Mora, p.18). Dicha conexión, se ve realzada, cuando nos acercamos a los intereses, a los sentimientos y a las experiencias personales de los niños, las niñas y los jóvenes. La educación emocional, también consiste, en comprender que “las emociones son un lenguaje en sí, a través del cual se puede facilitar o entorpecer la transmisión de conocimientos” (Mora, p. 22), de ahí que, los estudiantes tienen el derecho a saberlo, a fin de que lo pongan en práctica. 5.4. Abrir espacios emocionalmente seguros Solo en un espacio emocionalmente seguro, donde sea más el apoyo y la comprensión que la crítica, la persona será capaz de resolver los conflictos normales de la convivencia diaria, si, se “pone en los zapatos del otro” y, disminuye los “asaltos emocionales” (Goleman. p.20). En tal caso, se debe estar dispuestos a entender que “expresar nuestra vulnerabilidad puede ayudar a resolver conflictos” (Rosenberg, p. 51), lo cual, puede significar un gran reto, dado que, en nuestra cultura la expresión de las emociones propias es vista como debilidad y poca capacidad de manejo de la presión. 5.5. Dedicar tiempo diario al silencio La introspección, tratar de comprender lo que se siente, o lo que otros sienten, requiere de momentos de descanso del ruido externo e interno. No obstante, no son muchos los momentos, en que el docente o los estudiantes, pueden sentarse relajadamente en un espacio seguro a escucharse a sí mismos, sin teléfonos, sin regaños, sin interrupciones. Por eso, el aula debería ser el lugar donde en

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